Nuevo plan de la FED.. ¿O más de lo mismo?
El actual contexto socioeconómico, desencadenado por la pandemia del COVID 19, ha generado una reacción sin precedentes por parte de los bancos centrales a nivel mundial.
En un esfuerzo por contener los efectos de la crisis, la Reserva Federal de los Estados Unidos ha llevado a cabo una política monetaria agresiva, llevando los tipos de interés prácticamente al cero y ampliando su balance mediante programas de compra de activos por más de 3 billones de dólares en tan solo 4 meses (tras la crisis de 2008 emitió el mismo monto, pero en el transcurso de 6 años).Sumado a esto, la FED ha anunciado que aplicará un nuevo enfoque en su política monetaria, en donde permitirá que la inflación se eleve por encima del 2% para compensar bajas previas. Teniendo en cuenta que la FED no ha acertado el objetivo de inflación desde el año 2012, y que ni con una tasa de desempleo récord de 3.5% en 2019 la inflación pudo superar el umbral de 1.6%, el nuevo plan de la Reserva Federal invitaría, como mínimo, al escepticismo.
Si vamos a los datos, en primer lugar, la velocidad a la que circula el dinero es cada vez mas baja, por lo que la ralentización del consumo estaría primando sobre la emisión monetaria y generando presiones deflacionarias. En segundo lugar, la pandemia ha dejado mucha capacidad ociosa en la economía y desempleo, dos factores clave en la formación de precios a futuro.
La crisis de 2008 nos ha enseñado que la emisión monetaria no equivale necesariamente a inflación, ya que depende de como esta se traspasa a la economía real. Sin embargo, también hay que considerar que la crisis actual cuenta con una intervención fiscal y endeudamiento sin precedente, y que la política internacional está haciendo un esfuerzo excepcional por romper las bases que le dan credibilidad a los bancos centrales. Ante esto, los riesgos de presiones inflacionarias parecerían más ligados a una reducción en la reputación de las instituciones que a cambios en la política monetaria.