Lejos quedaron aquellos tiempos en que un depósito pagaba un interés del 3%, 4% o 6%. Actualmente, debido a las políticas monetarias agresivas de los bancos centrales, las rentabilidades han bajado hasta el 0% en el mejor de los casos (y también menos que eso).
Según datos de Inverco, más de un billón de euros de los españoles se encuentra aparcado en depósitos actualmente, representando casi el 50% de los activos financieros de las familias. El último dato de la inflación reportado por el INE, del 4% interanual, debería al menos encender las alarmas de este colectivo.
Ahora, ¿tiene sentido guardar nuestros ahorros en efectivo para evitar riesgos? Hace 20 años, cuando un depósito pagaba cerca del 6% y la inflación era del 3-4%, la rentabilidad era magra pero al menos el ahorrador estaba protegido de la inflación. Luego llegó la crisis en 2011, los tipos bajaron al 0% pero al bajar también la inflación debido al estancamiento económico, se seguía resignando retorno pero al menos la perdida de poder adquisitivo no era tan notable.
Con los precios de la electricidad rompiendo récords históricos, hemos de tener en cuenta que el riesgo de perder poder adquisitivo producto de la inflación hoy día es mucho mayor. Las conclusiones son claras, si no invertimos, la inflación se come nuestro patrimonio: $100.000 en el año 2000 representan $65.000 en 2021, una perdida de valor de 35% en tan solo 20 años. Si alargamos el horizonte hasta mitad del siglo pasado, la evidencia es más abrumadora: se habría perdido alrededor del 90% del valor del ahorro.