Desde la crisis de 2008, la narrativa a favor del gasto público empezó a ganar tracción en occidente. La deuda pública en términos del PIB subió a máximos históricos durante la última década y se normalizó el sobre apalancamiento. Como cualquier adicción, cuando el sistema empieza a desarrollar resistencia, cada vez se necesita aumentar más la dosis para obtener el mismo efecto.
"Situaciones extraordinarias requieren medidas extraordinarias",
El problema comienza cuando estas medidas se convierten en ordinarias. El gasto público se ha incrementado en todas las principales economías durante los últimos 20 años, por lo que los estímulos fiscales fruto de la pandemia son simplemente una continuación del "patear el problema hacia adelante". Tomemos el caso de EE.UU: desde el año 1991, en términos reales (ajustado por inflación), el gasto público se ha incrementado casi ¡5 veces!.
¿Está tan golpeada la economía?
Los últimos datos de inflación, consumo y desempleo indican una sólida recuperación. Esto por supuesto no significa que todo esté solucionado, pero la situación está encarrilada para que el sector privado pueda mantenerse sin el respirador del sector público. Aun así, la FED parece empecinada en correr detrás de la curva, y no actuará hasta que sea demasiado tarde. Los gobiernos centrales piensan de la misma manera.
Potenciales riesgos
Las arcas del estado en casi todos los países desarrollados están anémicas, con niveles altos de endeudamiento, gasto y emisión monetaria. La próxima crisis se encuentra a la vuelta de la esquina y no sabemos qué forma puede tomar: climática, financiera, epidemiológica. Sumado a esto se encuentra la amenaza de la inflación, que si bien puede reducir el peso de la deuda en el sector público, su contracara es una subida de tipos para paliarla, lo que genera efectos recesivos en el sector privado.
Instituciones Antifrágiles
Las instituciones modernas no tienen un mecanismo que las incentive a cuidar el capital de los ciudadanos, lo que genera una clara falta de ahorro en épocas de prosperidad económica. Quizás un verdadero plan de recuperación incluiría generar instrumentos que incrementen la estabilidad y la robustez de nuestra economía, para reducir esa fragilidad que nos lleva a aumentar el gasto y el endeudamiento exponencialmente de manera recurrente.