Es la pregunta que nos hacemos estos días. Ninguna crisis bursátil es igual, pero el comportamiento humano tiende a repetirse ante situaciones similares. Esta vez, la causa no es económica, como sí lo fue en 2008, sino sanitaria.
El miedo asociado a la propagación del coronavirus SARS-CoV-2 y a su enfermedad #COVID-19 justifican medidas generales de confinamiento con severas consecuencias económicas por shock de oferta y, si se prolongan mucho tiempo, por aumento del desempleo y caída de la demanda.
Es momento de medidas fiscales expansivas que actúen como estabilizadores automáticos para mitigar la fuerte caída de PIB que se avecina y que la liquidez llegue a empresas y familias y que no se quede detenida en el sistema bancario.
Las bolsas europeas acumulan caídas desde máximos del 40% y la americana del 30%. En la crisis de 2008, fueron del 57% y 53% respectivamente. En la actual fase de mercado bajista, de repetirse estas caídas el suelo podía situarse en los 1650 puntos del #Eurostoxx50 y en los 1697 del #SP500. Es decir, todavía quedaría un recorrido a la baja del 30% en ambos mercados en el peor de los casos.
A diferencia de 2008, esta vez se están tomando medidas expansivas mientras se producen los descensos, pero como el foco no está en la economía sino en la pandemia, ahora lo que el mercado quiere oir es que hay avances en la contención de la propagación del virus o en vacunas o tratamientos curativos. Mientras esto no suceda, poco importa lo económico.
Si nos sirve de referencia, en la corrección que estamos viviendo no deberíamos tocar fondo más debajo de estos niveles y si, afortunadamente, las medidas de contención funcionan y en unas semanas los datos mejoran, las bolsas podrían ver un fuerte rebote. En la última crisis financiera de 2008, en los 6 meses siguientes las subidas fueron del 49% en Europa y del 46% en EE.UU.
Una luz de esperanza en estos momentos tan angustiosos.