Las empresas europeas, las cuales ya estaban muy tocadas antes de la pandemia, están sufriendo una auténtica sangría en cuanto a beneficios empresariales se refiere: la estimación del consenso nos apunta a una caída de más del 65% en los beneficios.
Además, a diferencia del mercado americano, las estimaciones de beneficios para este año se están revisando a la baja.
Como vemos en el gráfico, los beneficios empresariales en Europa llevan reduciéndose dos años seguidos.
El crecimiento anémico de los Beneficios por Acción (EPS) de las empresas europeas es consecuencia directa de la falta de dinamismo de la economía y la poca apuesta por la tecnología en los índices europeos.
A diferencia de los índices americanos, donde empresas de reciente creación entran constantemente a cotizar, en Europa cotizan las mismas empresas en el índice desde hace décadas. Esto es un síntoma menor innovación, dificultad de acceso al mercado de capitales y de mayores trabas a convertir las ideas en empresas, que son las que generan crecimiento económico y desarrollo tecnológico.
Por último, queda la guerra comercial y tecnológica, dónde Europa apenas tiene voz ni voto, pero sí sufriría directamente sus efectos adversos.
Todo parece indicar que, a nivel fundamental, la economía americana está más preparada para afrontar los retos que ofrece el siglo XXI. Bien seguro que los accionistas de las empresas americanas se beneficiarán de ello.