Durante los últimos años, el mercado se ha caracterizado por un boom en empresas de tecnología, con alto potencial de crecimiento y bajo apalancamiento operativo. Estas compañías son las que actualmente dominan los índices, empujando las valoraciones a máximos. En contraposición, las compañías en fase de maduración, con márgenes y dividendos estables han mostrado rendimientos magros. Esto se debió en gran parte a la disrupción de nuevas tecnologías, pero también a una década de tipos históricamente bajos.
Con la recuperación económica, la mejora en los fundamentales y subidas de tipos al acecho, las empresas con distribución de dividendo estable pueden tener sentido. Es que una subida de tipos premia al flujo de caja presente y "castiga" al futuro, por lo que una compañía con menor potencial de crecimiento pero con generación de ingreso para el accionista en el presente, tendería a verse beneficiada.
Creemos que para 2022, será indispensable un enfoque equilibrado en donde se priorice la generación de ingreso del accionista y a la vez se mantenga una exposición significativa a tendencias disruptivas caracterizadas por potencial de crecimiento.